A primeros del año que viene se cumplirán cuarenta y siete años de la aparición de la primera cámara digital, en 1975, desarrollada por el ingeniero estadounidense Steven Sasson, al que sus jefes de Kodak le mandaron desarrollar esa idea.
Es increíble que la empresa fundada por George Eastman en 1889, tuviese un recorrido tan exitoso durante más de un siglo, siendo la referencia absoluta del sector, y que irónicamente fuese relegada al olvido por un dispositivo que ella misma inventó: la cámara fotográfica digital portátil. Portátil, eso sí, pero pesaba nada menos que 3.6 kilogramos, y podía almacenar hasta treinta imágenes en una cinta de cassette magnética digital, con un sensor CCD que convertía la luz absorbida en píxeles, pero en blanco y negro de 100 x 100 píxeles, es decir de solo 0.01 MP.
Su inventor pensaba que en el futuro los usuarios necesitarían solo imágenes de 2-3 MP, y esas palabras nos hacen sonreír, cuando posiblemente en unos meses veamos móviles con cámaras de 200 MP, y ya va a presentarse el primer SoC, el MTK Dimensity 9000, que soportará sensores de hasta 320 MP.
Esta ingenuidad tan vintage me recuerda las “proféticas” palabras de Bill Gates – cofundador de Microsoft – cuando dijo que un usuario nunca necesitaría más de VEINTE (20) MB de memoria en su PC, cuando hace años que ya existen móviles/tabletas con capacidades superiores a UN (1) TB – un millón de MB – y no digamos los PCs comerciales – acabo de adquirir un disco duro de DOCE TB por 228 Euros. A eso se le llama visión de futuro.
Como cuando Samsung comercializó su primera Galaxy Note en el año 2011, y todo el mercado – competencia y usuarios al alimón – se rió de ellos, alegando que una pantalla de 5.2” era excesiva, inviable. Ya hemos visto que lo demás fue historia, con una media de pantalla actual de 6.4-6.8”.
Seguro que Steve Jobs estará revolviéndose en su tumba.
Y para terminar, la frase lapidaria con la que los directivos de la Kodak finiquitaron el proyecto de cámara digital portátil de Steven Sasson, sin saber que estaban cavando su propia tumba con ello: “¿Quién va a querer hacer fotos que no pueda ver en papel?”. Para reír por no llorar.
