La UE pretende la independencia tecnológica respecto a los procesadores, y no depender de terceros , mediante la Iniciativa Europea de Procesadores (EPI), que es, como su denominación indica, un proyecto europeo que persigue un diseño y fabricación propias de procesadores, ya que la UE quiere ser independiente de China – tanto de la continental como de Taiwan – y otros países y fabricantes, en la fabricación de chips.
Hay que tener en cuenta que la creación de una fábrica de obleas tiene un costo astronómico, del orden de los 10.000-15.000 millones de dólares, además de la ingente cantidad de electricidad que consume: en el caso del nuevo proceso de tres nanos en el que está inmerso TSMC, del orden de 7.000 millones de KWh.
Estamos ya viendo SoCs con una tecnología fotolitográfica de cinco nanos, pero la compañía taiwanesa TSMC, líder del sector, ya está inmersa, con éxito, en el proceso de fabricación de tres nanómetros de cara a los SoCs del 2023, como los Apple M3 y A17 Bionic, , y a punto de recibir autorización para pasar al proceso de fotolitografía de dos nanómetros, para los Socs del año 2025 y siguientes.
Volviendo a la IEP, ésta tiene en la arquitectura RISC-V un gran aliado, ya que lleva en desarrollo desde el año 2010, y cuya baza es la licencia gratuita.
Hay dos proyectos en marcha que dan una base sólida a esta iniciativa:
Por un lado el chip Rhea, de la compañía francesa SiPearl y Atos.
Y por otra parte se encuentra el Acelerador Europeo de Procesadores (AEP), en el que entre otros muchos participantes colaboran el Centro de Supercomputación de Barcelona y la Universidad de Zagreb.
De todas formas esta iniciativa es un proyecto que pretende coordinar y fundir estrategias para crear sinergias que permitan a Europa independizarse en un mercado crítico de I+D+i y de la TIC, con una planificación estratégica a medio y largo plazo, debido a sus importantes derivaciones futuras, tanto económicas como geoestratégicas, y de sus enormes inversiones.
