Como ya he dicho en varias ocasiones, el mercado de semiconductores – SoCs y chips – es el core del negocio, no solo de la telefonía móvil, sino de la informática a nivel global y de todo el juego digital Ahí es nada. Todo esos segmentos, que mueven cientos de miles de millones al año, dependen del I+D+i, de la implementación y de la distribución de los mismos, ya que son la parte esencial de nuestra existencia, al conformar la inmensa mayoría de los dispositivos que, no manejamos, o de los que dependemos para todo.
El gran problema es que al ser tecnología punta, las inversiones necesarias para desarrollar líneas de producción de semiconductores son gigantescas, y por ende prohibitivas para toda empresa que no sea un fabricante tecnológico de primerísima línea; y esa lista es corta, muy corta, ya que solo colosos tecnológicos como Intel, AMD, Samsung o TSMC son capaces de lograr algo así.
Durante estos últimos años, con la eclosión exponencial de la telefonía móvil, el gap entre los chips tradicionales y los SoCs – chips embebidos – de los adminículos portables se ha ido reduciendo a la mínima expresión, ya que éstos últimos han adquirido en los últimos años unas potencias extremas, solapándose ciertas líneas de producción de componentes de ambos productos.
Por todo lo anteriormente dicho, la situación general del mercado actual de semiconductores se debe a cuatro razones básicas:
- Enorme coste de I+D+i e implementación de estos productos.
- Incremento de la competencia entre Intel y AMD en su segmento compartido – sobre todo en las gamas medias y medias altas – y la lucha entre Intel y Samsung, esta es otra guerra, en la consecución de la cuota de mercado global, tanto en la fabricación como en la distribución de los mismos.
- Con el gap casi desaparecido entre ambos productos, se ha producido una segmentación transversal de los mismos, y de ahí la feroz competencia entre Intel y Samsung, empezando los coreanos a tomar la delantera en ventas.
- Y finalmente la pandemia ha venido a complicar aún más si cabe este ya de por sí competitivo y tempestuoso mercado, con la ruptura de las cadenas de suministros, y por ende de fabricación y distribución de componentes y equipos.
Por todo ello Samsung acaba de hacer públicas sus intenciones de llevar a cabo la mayor inversión de la compañía coreana en EEUU, al seleccionar una ubicación en el estado de Texas para abrir una fábrica de semiconductores allí, con una inversión de diecisiete mil millones de dólares para – según Kim Kinam, vicepresidente de la compañía – “ contribuir a la estabilidad de la cadena de suministros global de semiconductores”.
También indicó que dichas instalaciones utilizarán tecnologías de procesamiento avanzado de producción, para fabricar chips de 5G, computación avanzada y aplicaciones AI, amén de posicionar a la compañía en una mejor posición respecto a sus clientes.
La planta ocupará una superficie de cinco millones de metros cuadrados, y se espera que abra en la segunda mitad del año 2024, creando dos mil puestas de trabajo de alta calificación tecnológica, junto a otros muchos más relacionados con la planta, una vez sea ésta totalmente operativa.
Además la compañía se ha comprometido a estrechar lazos con las autoridades locales, estatales, y con estamentos educativos y de trabajo de la zona, para apoyar, incentivar y ofrecer colaboraciones , períodos de prácticas y oportunidades de
contratación en la zonas aledañas.
Samsung emplea a más de veinte mil personas en los Estados Unidos, y ha invertido más de cuarenta y siete mil millones de dólares allí desde que comenzó sus operaciones en 1978.