Crisis ucraniana y energía
Estados Unidos y Reino Unido han anunciado el bloqueo a las exportaciones de petróleo de Rusia, el primero de forma inmediata, y el segundo para dentro de unos meses.
Por desgracia, Europa no puede hacer lo mismo, ya que su dependencia del crudo ruso ronda el 50% de su consumo, por lo que ese paso deberá darlo de forma escalonada, mientras busca proveedores alternativos en otras partes del globo.
Y aunque el precio del barril de Brent ha llegado esta semana a los 140 dólares, ha tenido un retroceso significativo en las últimas horas hasta los 111 dólares, aunque algunos expertos creen que el precio del barril podría dispararse hasta los 240 dólares, caso de enquistarse la crisis ucraniana, con lo que ello supondría para el encarecimiento de todos los productos, ya que el petróleo y sus derivados son la sangre que mueve la logística mundial.
Por todo ello la volatilidad del precio del crudo ha desvirtuado totalmente las previsiones del mercado, y la decisión de la UE, en su reciente reunión, de desligar el precio del gas a las tarifas eléctricas habrá de hacerse a marchas forzadas, si no queremos vernos inmersos en uno de los escenarios de pesadilla más temidos por los economistas, la estanflación, es decir una inflación galopante – este año, debido a la pandemia y a la crisis ucraniana se espera una inflación de dos dígitos en nuestro país, lo nunca visto en muchas décadas – unida a un estancamiento de la economía.
Es por todo ello que el BCE se enfrenta a una inflación vertiginosa, sin margen de maniobra para responder con una subida de los tipos de interés.
Y además, vemos la incertidumbre y el nerviosismo de las bolsas en las dos últimas semanas, con unos altibajos imprevisibles y a la espera de ver el próximo movimiento del BCE y de la inflación en los EEUU.
Y el mercado se encuentra aún más difuminado y proceloso, debido a los imprevisibles riesgos y las enormes dudas ante un posible default – suspensión de pagos o impago – de Rusia, como consecuencia de las sanciones recibidas por la invasión de Ucrania.
Todos estos factores están coadyuvando a la actual crisis energética, debido a:
- Corte por sanción impuesto de suministro/exportación de petróleo y gas rusos, con la consecuente reducción de stock en Occidente y aumento de la demanda y por ende de los precios en otros mercados alternativos.
- Ese incremento del precio del crudo ha hecho dispararse el coste eléctrico, al estar ambos indisolublemente unidos, lo que ha obligado a la UE a empezar a tomar medidas para desligarlos, ante el incremento exponencial de la factura de la luz en Europa.
- La incertidumbre económica, política y geoestratégica mundial, creada como consecuencia de la invasión de Ucrania, que caso de alargarse o enquistarse nos llevaría a una crisis global inimaginable, lo que unido a los dos años de pandemia – de la que apenas estábamos empezando a salir – crearía un efecto dominó o bola de nieve de consecuencias catastróficas.
Como vemos, un panorama nada halagüeño, ya que la temática energética va indisolublemente unida en este caso a la política, la economía y la geoestrategia.